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Razonamiento atómico
¿Cómo pensar desde principios fundamentales?
¿Alguna vez te has detenido a pensar en cómo construimos nuestras ideas? Es fácil asumir que sabemos lo que hacemos, que entendemos los conceptos que nos rodean. Pero, ¿qué pasaría si te dijera que gran parte de lo que damos por cierto son solo capas de convenciones, de ideas prestadas, de soluciones que no son realmente nuestras?
Peor aún, creamos complejidad artificial al pensar que los problemas son más complicados de lo que realmente son.
Sabemos que necesitamos dormir una cantidad suficiente de horas para poder funcionar bien pero ¿por qué es tan complicado dormir bien? Nos bombardean con hacks, suplementos y apps para dormir cuando naturalmente estamos hechos para dormir. La solución es simple pero eso no significa que sea fácil y el tener tantas opciones de solución nos genera la impresión de que la solución es compleja.
Pensar en los principios fundamentales de un problema nos permite dejar de lado esas ideas prestadas y a reducir un problema a sus componentes más básicos. En lugar de decir "esto es así porque siempre ha sido así", el pensar en principios fundamentales nos lleva a preguntar: ¿qué sabemos realmente? ¿qué es innegable? Y desde ahí, construimos.
Es un approach poderoso porque nos aleja de los supuestos y nos libera de las restricciones impuestas por lo "normal." Nos permite ver los problemas con ojos frescos y, muchas veces, identificar soluciones innovadoras que otros no ven.
Este enfoque no es fácil. Nos pide abandonar la comodidad de lo conocido y, en su lugar, desarmar y reconstruir desde la base.
¿Por qué es difícil pensar en principios fundamentales?
Si pensar en principios fundamentales nos brinda posibilidades y nos libera de asumir lo que todos asumen, ¿por qué no lo hacemos más? La respuesta es simple: la educación tradicional y la sociedad nos condiciona a tomar decisiones conservadoras, a temerle al fracaso y darle mucho crédito a la opinión popular o la de “expertos”.
La mayoría de nosotros hemos sido acostumbrados a pensar de manera convencional.
Desde la escuela hasta el trabajo, el sistema premia la conformidad, no la disrupción. Nos han enseñado que seguir los pasos de otros es seguro, mientras que cuestionar lo establecido es arriesgado. A lo largo del tiempo, construimos una serie de supuestos y filtros mentales que se vuelven invisibles, pero que nos guían en cada decisión.
Este tipo de pensamiento cómodo —anclado en la experiencia y los precedentes— nos hace sentir seguros. Nos protege del riesgo, de la incomodidad, y del temor al fracaso. Pero también nos limita. Nos hace ver el mundo a través de un lente que distorsiona lo que podría ser posible. Así, cuando enfrentamos un problema o un reto, en lugar de cuestionarlo desde cero, solemos recurrir a lo que ya sabemos o a lo que funcionó en el pasado.
Para adoptar el pensamiento de principios fundamentales necesitamos romper con esos filtros y entrenar a nuestra mente para ver más allá. Eso implica aceptar la incertidumbre y estar dispuestxs a desafiar lo que sabemos.
La resistencia a este tipo de pensamiento no es solo una cuestión intelectual; es emocional. El cerebro, acostumbrado a los patrones, no quiere abandonar su zona de confort.
¿Cómo pensar en principios fundamentales?
Mi experiencia personal desarrollando esta capacidad tal vez no es la más convencional.
Yo estudié Física en la universidad y —aunque en ese momento no era totalmente consciente— lo más valioso de la carrera fue el entrenamiento que recibí y que me condicionó a resolver los problemas partiendo desde sus principios fundamentales.
Esto me ha resultado muy útil a la hora de crear startups de una sola persona.
Pensando en retrospectiva, esto es lo que hago al enfrentarme a un problema:
Explica el problema con tus propias palabras
Cuando estoy frente a un problema lo primero de lo que tengo que estar seguro es de que realmente estoy entendiendo cuál es el problema.
Para eso me resulta útil hacer una pausa y explicar el problema con mis propias palabras. Usualmente intento evitar palabras complicadas y pensar en cómo le explicaría el problema a un niño de 5 años.
Si yo no he llegado solo al problema y, más bien, otra persona es quien ha traído el problema a través de un proyecto o una consultoría, luego de escucharla le repito el problema en mis propios términos. No es inusual que con eso descubramos que el problema real es distinto a lo que se suponía.
Divide el problema principal en problemas más pequeños
Analiza si el problema al que te enfrentas está compuesto de problemas más pequeños.
Lo más probable es que sí.
Esto es algo que se hace muy a menudo en la programación. Cuando uno piensa en desarrollar una aplicación o un feature de un producto digital, la reacción natural es paralizarse frente al problema porque aparenta ser muy complejo.
Por ejemplo, hace algunos meses desarrollé un bot de WhatsApp al que le puedo enviar fotos de mis comprobantes de pago y el bot se encarga de categorizarlos y guardar la data en un Google Sheets para llevar registro de mis gastos personales.
A primera vista suena complejo pero el problema más grande (tener un bot que hace todas estas tareas) lo puedo empezar a subdividir en problemas más pequeños (e independientes) como:
Hacer un programa que envíe una imagen a una IA con visión y transcriba el contenido.
Hacer un programa que guarde data en Google Sheets.
Hacer un bot de WhatsApp que se pueda conectar a mi propio backend.
Esta es solo una primera capa de sub-problemas. Cada uno lo puedo dividir aún más en problemas más sencillos.
La ventaja de esto es que evitar que me abrume, ordena mis ideas y me permite llegar a los conceptos más fundamentales del problema.
Cuestiona tus suposiciones
Lista las suposiciones que estás haciendo y pregúntate ¿por qué? y ¿cómo?
Por ejemplo, un caso que veo repetido muchas veces por divulgadores de ciencia y tecnología es que la computación cuántica es mucho más eficiente que la computación clásica y puede hacer en segundos lo que a una computadora tradicional le tomaría cientos de años.
Esto no es que sea una mentira en general pero hay varios supuestos que hay que considerar para realmente poder decir que la computación cuántica es más eficiente que la clásica.
Una mala suposición que están haciendo es que preparar la data para que sea utilizable por una computadora cuántica es instantáneo, pero no, cuesta tiempo y recursos. Aún así la computación cuántica para un caso particular sea más eficiente que la clásica, si preparar la data te toma un tiempo enorme, la eficiencia desaparece.
Ese es un problema actual con el que batallan los investigadores y desarrolladores de computación cuántica.
De la misma manera cuando tú enfrentes un problema sé crítico de tus propias suposiciones para entender si hay un problema más fundamental que no estás tomando en cuenta.
Identifica los hechos innegables
¿Cuáles son los aspectos de tu problema que son un hecho?
Al brindar consultorías o servicios me encuentro constantemente con que las personas y empresas no identifican estos hechos.
Hace no mucho atendí a un cliente que vendía tan solo un producto comestible envasado. Un solo SKU y su volumen de ventas y facturación es muy alto.
Lo que el cliente necesitaba (o pensaba que necesitaba) era un bot de WhatsApp que tome los pedidos y responda preguntas acerca del producto.
Ellos ya tomaban pedidos a través de su web, WhatsApp, Instagram y Messenger, pero de forma manual.
En principio es una tarea sencilla porque no se requiere manejar un inventario de productos sino tan solo el stock de un producto y un FAQ acerca del mismo.
El bot se desplegó para una etapa inicial de pruebas que iba a atender solo a una ciudad y con envíos prioritarios a un conjunto de distritos. Los problemas empezaron ahí…muchos usuarios empezaron a comprar pero también a hacerle muchas preguntas acerca del estado de su pedido.
Algo que yo no sabía y que la empresa tampoco había mencionado es que su equipo de envío de pedidos no estaba capacitado (y ni enterado) de los pedidos que estaba tomando el bot.
La consecuencia fue que muchos clientes no recibían su productos y las preguntas que le hacían al bot eran sobre este problema, lo cual no estaba contemplado en el diseño del bot.
El punto es que el problema original que quería solucionar la empresa era el poder tener un vendedor 24/7 en WhatsApp pero no habían considerado un hecho innegable que es que todas estas ventas iban a pasar por el mismo proceso de delivery que el resto y si esto fallaba, era un problema ajeno al bot que este tampoco podría resolver.
Eventualmente el bot se dio de baja hasta que la empresa resuelva sus problemas logísticos en el área de envíos.
Eso me enseñó que cuando un cliente viene con un problema debo profundizar más para entender con qué otras situaciones y procesos está ligado para lograr entender los principios fundamentales de sus problemas y procesos, ya que los clientes no siempre están al tanto de esto.
Reconstruye todo desde lo más fundamental
Una vez hayas identificado los principios fundamentales de un problema deberías ser capaz de reconstruir el problema más grande partiendo desde lo más básico.
Esto resulta muy útil para crear metas pequeñas que te acercan a tu objetivo más grande y, en contexto de emprender o crear startups de una sola persona, los principios fundamentales te servirán para crear tu visión y anti-visión.
Es fácil abrumarse con desafíos o problemas grandes, más aún cuando estás iniciando algo nuevo.
Cuando estés en esta situación recuerda:
Hacerlo mál al inicio es normal (y hasta necesario).
No necesitas resolver todos los problemas, solo el más inmediato.
Ten una visión ambiciosa pero actúa en pequeño para avanzar rápido.
Concéntrate en actuar rápido » equivocarte » aprender » adaptarte » seguir.
Esa idea que llevas pensando varios meses la puedes hacer realidad en un fin de semana. Identifica sus problemas fundamentales, empieza por el más urgente y ¡LANZA YA! ⚡️
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