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Emprender es experimentar
¿Cómo hacer buenos experimentos cuando estás emprendiendo?
¿Por qué hacemos experimentos?
Has trabajado semanas o meses en esa idea que piensas lanzar como un nuevo startup, un nuevo producto o un nuevo feature.
Naturalmente hay dos grandes pensamientos que tienes recurrentemente sobre tu proyecto:
Quieres que tenga éxito
No sientes que está suficientemente listo
Las reacciones usuales ante esto son:
Hablar sobre los futuros planes de tu proyecto
Aplazar el lanzamiento con la excusa de estar "más preparado"
Hablar sobre los planes futuros es cómodo porque al hacerlo sientes una gratificación similar a la de lograr tus objetivos pero sin correr los riesgos de empezar a actuar.
Y el prepararse más para la ejecución es intuitivo y —hasta cierto punto— necesario, pero no cuando convertimos a la educación o preparación en una forma elaborada de procrastinación que tan solo nos sirve de excusa para no actuar.
Ambas reacciones son consecuencia de lo mismo: enfrentarse a una situación de alta incertidumbre.
Es normal querer tener control de las circunstancias pero yo creo que el control es una ilusión y a lo que debemos apuntar a desarrollar es la adaptación a situaciones inesperadas.
Hacer buenos experimentos forma parte de las habilidades para desenvolverse con adaptabilidad en la incertidumbre.
En los escenario donde nos falta información existen dos tipos:
Lo que sabemos que no sabemos
Lo que no sabemos que no sabemos
Conocer lo que no sabemos es ser conscientes de que nos hace falta conocimiento en un área en particular. Los experimentos en estos contextos nos permiten explorar de manera sistemática los vacíos que estamos al tanto existen en nuestra información.
En cambio, los escenarios donde no sabemos lo que no sabemos son los que se caracterizan por ser tan inciertos que ni siquiera somos conscientes de todo lo que no sabemos. Para estas circunstancias los experimentos nos permiten responder (o hacer) preguntas que ni siquiera habíamos considerado formular.
Aprendizaje vs confirmación
Tuviste una idea novedosa sobre un producto, un nuevo feature o una estrategia que piensas ejecutar. Tus socios, tus inversionistas y tu equipo te apoyan, creen que es brillante y acuerdan que deben experimentar y lanzar esa idea tan pronto como sea posible para demostrar rápido que funciona.
Trabajan muy enfocados una semana en el proyecto, lo lanzan…y todo sale mal. No hubo tracción, varios usuarios incluso se quejaron de que era una idea ridícula; una solución para un problema inexistente. Tu equipo ahora piensa que perdieron el tiempo en vez de trabajar en otro proyecto y la moral cae.
Te sientes ahora con la presión de explicar y justificar por qué salió mal, por qué no funcionó como todos esperaban. Tus ánimos decaen, piensas que has perdido la confianza de tus inversionistas y tu equipo y qué idiota fuiste de no hacer el experimento de manera distinta.
Deciden que la próxima vez que consideren experimentar algo nuevo van a requerir más información que aumente las probabilidades de éxito y por el momento es mejor enfocarse tan solo en su producto core.
¿Ya notaste cuál es el problema principal de toda esta situación?
Te doy una pista: está en el primer párrafo.
El escenario estaba pre-diseñado para su fracaso. No porque el experimento no haya funcionado como esperaban sino porque —justamente— esperaban que el experimento confirme lo que querían.
Un buen experimento debe ser agnóstico. El experimento sí parte con un objetivo y una hipótesis pero lo más importante no es que el experimento confirme nuestra creencia sino que revele información sobre la cual podamos actuar muy al margen de si el resultado del experimento refuerza lo que creíamos o lo contradice.
Forzar a que un experimento dé un resultado específico que es favorable a nuestras creencias genera que tengamos una visión de túnel sobre el escenario que estamos explorando y nos aleja del propósito de la experimentación que no es reforzar lo que creemos sino proveer información sobre lo que no conocemos.
Esto sin contar que en varios contextos como la ciencia, los experimentos que están sesgados hacia un resultado son poco éticos y no contribuyen —y más bien perjudican— la labor científica y por consiguiente a la sociedad en general.
El real éxito de un experimento se encuentra en el aprendizaje y no en la confirmación de una creencia.
Un experimento exitoso es el que revela algo que no conocíamos, al margen de si se alínea con nuestra hipótesis inicial.
Cuando diseñamos un experimento para descubrir información —y no meramente para confirmar lo que pensamos— ejercitamos el considerar resultados inesperados como una fuente de conocimiento estratégico que nos permite dar un siguiente paso y acostumbrarnos a ser flexibles y adaptables en escenarios de alta incertidumbre.
La planificación, el tener una visión (y anti-visión) y la educación sí son componentes básicos del emprendimiento pero no cuando los utilizamos como excusa para no actuar.
Ante la parálisis por análisis, decidir mal es preferible a no decidir. Equivocarse es parte del proceso, más aún al inicio de una nueva aventura.
¿Pero es esto cierto en todo los casos? ¿No es tal vez contraproducente tomar una muy mala decisión en vez de no haber actuado?
Las fallas de los emprendedores empíricos
¿Tomar una mala decisión o una terrible decisión? Cuando nos enfrentamos a una situación de incertidumbre es probable que estemos ante esta disyuntiva.
En un escenario incierto donde nos falta mucha información, la única manera de comprobar qué tan mala es nuestra decisión es actuando. Esa acción nos debería informar sobre el siguiente paso.
Yo por eso creo que peor que una mala decisión es no decidir pero quiero explorar la objeción a esta filosofía que en principio dice que “hacer cualquier cosa en vez de nada” es tonto y lo que uno debe intentar es a hacer algo apropiado en vez de no hacer nada.
Estoy de acuerdo con que esa es la situación ideal pero me parece que es muy optimista y que, al menos en el contexto del emprendimiento, las condiciones necesarias para esto son poco probables.
Para lxs emprendedorxs que recién piensan iniciarse en la aventura, esto es particularmente relevante porque el principal problema que enfrentan no es la tecnología, la falta de financiamiento o de co-fundadores sino tan solo dar el primer paso.
Cuando es tu primera vez lanzando un producto o una startup, la experiencia y aprendizajes tratan mucho más sobre ti que del producto mismo.
Lo más probable es que tu primer emprendimiento falle (y los siguientes también) por eso lo más relevante es que hayas decidido actuar, tomando el fracaso como una forma de aprendizaje y vayas desarrollando herramientas y habilidades para ser resiliente y adaptable al cambio.
Es natural y casi inevitable que lo hagas mal al inicio. Y es útil porque el sentirte incapaz de progresar te debe empujar a buscar una solución.
Entonces, una persona que recién decide emprender ¿posee el privilegio de tomar una decisión apropiada en vez de no hacer nada? ¿Qué alternativas tiene?
En vez de tomar una mala decisión puede pausar y prepararse más antes de actuar. Pero esto la regresa al problema de fondo que es el pensar que uno puede estar completamente listo o apuntar a la perfección y aplazar permanentemente la ejecución. Esto es solo un reflejo del miedo al fracaso.
¿Debes prepararte? Claro que sí, pero a lo que tienes que apuntar es a tener un Conocimiento Mínimo Viable (MVK: Minimum Viable Knowledge), es decir, el conocimiento mínimo que necesitas para dar el primer paso » fallar » aprender » adaptarte » seguir.
La mejor forma de aprender es actuando. Esto te dará feedback más inmediato de lo que has aprendido y te mostrará otras cosas que necesitas aprender ya que hay muchas cosas que no sabes que no sabes.
¿Cuándo entonces puedes tomar una decisión apropiada en vez de no hacer nada? Tus chances de estar en esta situación aumentan mientras más flexible y adaptable te vuelvas y esto se consigue con la práctica y la buena experimentación.
Otro punto que se suele mencionar en contra de esta actitud empírica es que usualmente le hace falta una base teórica.
Esto último puede ser cierto, principalmente en los inicios del emprendimiento, pero este argumento parece asumir que el emprendedor empírico no incrementa su conocimiento.
La idea de empezar con el conocimiento mínimo para dar el siguiente paso no significa dejar de aprender sino el aprender en la marcha e incrementar tus habilidades prácticas y teóricas para poder tomar mejores decisiones en el futuro.
Tener un approach generalista es un camino útil para generar esta adaptabilidad.
Esto nos regresa a la discusión de que la razón de un experimento es la de revelar información y no reforzar lo que piensas.
Aprender a hacer buenos experimentos te ayudará a actuar en escenarios complejos o caóticos.
¿Cómo hacer buenos experimentos cuando emprendes?
Un experimento parte de un problema de falta de información en un escenario incierto. Un buen experimento, como mínimo, debe contar con una hipótesis acerca de un mecanismo que quieres investigar y un plan de acción para el caso en el que el experimento confirme la hipótesis y otro plan en caso la rechace.
Te recomiendo algunos aspectos que debes considerar para llevar a cabo tus experimentos:
El objetivo
¿Tienes claro el objetivo o razón de tu experimento? Eres consciente de que hay una falta de información, pero es realmente útil explorar esto? ¿Qué beneficios trae?
Una vez que tengas claro tu objetivo plantea la hipótesis que piensas poner a prueba
Evidencia y protocolos existentes
Como parte de tu MVK, revisa si existe algún protocolo, método o evidencia de experimentos similares.
Esto te puede ayudar a plantear mejor tu hipótesis, tu método o tu plan de acción.
Lo que no debe hacer es condicionarte a un resultado.
Documentación y medición de proceso y resultados
No puedes mejorar lo que no puedes medir. Para un buen experimento, documenta tu proceso y ten las herramientas mínimas para recopilar la data, procesarla y analizarla.
De ser posible considera construir en público mostrando todo tu proceso y resultados.
Plan de acción para cualquier resultado
El éxito de tu experimento no es que compruebe o refuerce tu hipótesis sino que la ponga a prueba y revele información que no conocías.
Ten un accionable para el caso en que tu experimento reafirme tu hipótesis y para el caso en que la rechace.
Esto debe indicarte el siguiente paso a tomar.
Rápido y barato
En la medida de lo posible diseña tu experimento para que sea rápido y barato. Crear algo no escalable no es la solución a todos los problemas pero es particularmente útil cuando recién estás iniciando, tienes pocos recursos o manejas un startup de una sola persona.
Para esto es útil pensar en 3 tiempos:
¿Cómo harías el experimento si tuvieses 6 meses?
¿Cómo lo simplificarías si solo tuvieses 1 mes?
¿Cómo lo simplificarías si solo tuvieses un fin de semana?
Afortunadamente, con todas las herramientas y conocimiento que tenemos a nuestro alcance a través de internet, nos encontramos en la mejor época para poder crear valor con muy pocos recursos.
Solo necesitas un problema, un fin de semana y ¡LANZAR YA! ⚡
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